Entre el 21 y el 30 de abril, las principales ciudades del Líbano experimentaron protestas, con el clímax en la noche del 27.
La ira por una economía en quiebra y alimentos inaccesibles ha empujado a los manifestantes a las calles a pesar del coronavirus.
Movilizándose de forma masiva por todo el país, las y los manifestantes libaneses han hecho entrar al país en la dinámica de los procesos revolucionarios regionales que comenzaron en 2010 y prosiguen aún hoy, como se ve en Sudán, Argelia o Irak. Su demanda es ambiciosa y carente de ambigüedades: El pueblo quiere la caída del régimen.
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